La activación genética
del embrión ocurre antes de lo que se imaginaba
Por Diego
Contreras
Entre las aportaciones científicas
figuraban algunas de embriología comparada, como la de la profesora
Magdalena Zernicka-Goetz, de Cambridge, que trató de la
estructura compleja del embrión inicial. Partiendo de sus estudios sobre
ratones, mostró que, frente a la idea de que embrión es solo una estructura
amorfa e indeterminada, se empieza a comprobar que desde el primer momento está
dotado de planos y ejes, de un proyecto que se realiza conforme a un plan
determinado.
La profesora
Zernicka-Goetz afirmó que hay datos que indican que la fase de
totipotencia celular es mucho más limitada de lo que se imaginaba. La nueva
visión sugiere que cada parte del embrión dará lugar a una parte determinada del
cuerpo definitivo. Esto confiere al embrión una personalidad biológica muy
superior de la que se sospechaba hace tan solo unos años.
También es
más precoz de los que se creía la actividad genética y bioquímica del embrión.
Según la
profesora Gigliola Sica, de la Universidad del Sacro Cuore de
Milán, hasta ahora se pensaba que la activación génica del embrión ocurría en la
fase de ocho células y de modo muy rudimentario, pero se ha visto que ya desde
el principio el número de genes activados es muy alto. Se refirió también al
diálogo molecular entre embrión y madre, y a cómo el proceso de migración a
través de la trompa –que se consideraba una simple "navegación"– conlleva en
realidad una serie de mensajes que llegan a convertirse en verdadera sinfonía en
el momento de la anidación.
Es un tema
en el que existe una intensa investigación por razones opuestas. Por una parte,
conocer a fondo el mecanismo de la implantación ayudará a vencer muchos
problemas de esterilidad, que se deben precisamente al fracaso de
la implantación.
Y por otra, algunos laboratorios farmacéuticos están
interesados en el conocimiento de esos mecanismos con el fin de diseñar fármacos
de efecto abortivo que impidan la anidación. En todo caso, los
nuevos datos sobre el protagonismo del embrión pone en crisis el eslogan
feminista radical de los años setenta de "mi cuerpo es mío", pues se demuestra
que el embrión modifica la fisiología de la mujer, hasta el punto de convertirse
en una especie de "director de orquesta" que nueve meses más tarde llegará
incluso a determinar el momento del parto.
Por lo que
se refiere al diagnóstico preimplantatorio, el profesor Carlo Valerio Bellieni,
de Siena, manifestó que en la actualidad no tiene la finalidad de curar sino de
eliminar a los concebidos que presenten ciertas anomalías, incluso
triviales.
En este
sentido, propuso el concepto de "handifobia", la fobia al handicap. Se trata de
una nueva cultura eugenista que no se impone ya desde el Estado, al estilo nazi,
sino por iniciativa privada, impidiendo el nacimiento, por ejemplo, de los niños
con síndrome de Down. El resultado final es idéntico: la eliminación de todo ser
que tenga una tara genética. Una dirección totalmente opuesta fue la presentada
por la
profesora Marie-Odile Rethore, del Instituto Jérôme Lejeune,
basada en su experiencia sobre cómo comunicar a los padres los handicaps de sus
hijos
Benedicto XVI: "La
vida humana
es siempre un bien"
En el
discurso que dirigió a los participantes en el congreso, Benedicto XVI tomó pie
de la escena de la visitación de María a su prima Isabel para subrayar el
sentimiento de admiración por el hombre apenas concebido que se desprende del
texto evangélico. La
Sagrada Escritura "muestra el amor de Dios por cada ser humano,
antes incluso de que se forme en el seno de la madre". "El amor de Dios no hace
distinciones entre el ser humano recién concebido y que se encuentra en el seno
materno, y el niño, o el joven, o el hombre maduro o el anciano, porque en cada
uno de ellos ve la huella de la propia imagen y
semejanza".
El Papa
añadió que "este amor sin límites y casi incomprensible de Dios por el ser
humano revela hasta qué punto la persona humana es digna de ser amada en sí
misma, independientemente de cualquier otra consideración (inteligencia,
belleza, salud, juventud, integridad, etc.). En definitiva, la vida humana es siempre un
bien".
"En el ser humano, en cada ser humano, en
cualquier fase o condición de su vida, resplandece un reflejo de la misma
realidad de Dios. Por eso, el magisterio de la Iglesia ha proclamado
constantemente el carácter sagrado e inviolable de cada vida humana, desde su
concepción hasta su fin natural. Este juicio moral vale ya en el inicio de la
vida de un embrión, antes de que se implante en el seno
materno".
Fuente: ACEPRENSA